Contando la guerra por 40 puñeteros euros
Las condiciones de los periodistas que cubren los conflictos se precarizan cada vez más y naturalizamos que se pueda pagar una miseria por una crónica escrita o emitida desde una trinchera
Leía estos días una denuncia de la periodista de Televisión Española Almudena Ariza, sobre las condiciones de precariedad de los periodistas freelance que están en zonas de guerra y que cobran 40 euros por una pieza informativa o reciben invitaciones de medios españoles a contar su experiencia en el frente…gratis.
Ariza es una prestigiosa periodista que ha recorrido medio mundo como corresponsal o enviada especial de un medio público como RTVE. Habla desde el conocimiento y también desde una posición más cómoda que la mayoría de sus compañeros. No lo digo con ánimo crítico, sino al contrario: es de ley que alguien que sí recibe una retribución digna por jugarse la vida en las zonas más calientes del planeta y que forma parte de una gran corporación reclame un trato más justo para sus colegas, pero este gesto no es frecuente. Y hay que elogiarlo.
Ahora bien, también conviene que no erremos el centro de nuestras críticas. Las empresas periodísticas tienen su cuota importante de responsabilidad, pero no son los únicas. Seré directo: ¿Queréis buenas coberturas periodísticas sobre las guerras y conflictos que devastan el mundo? ¿Apoyáis que haya periodistas a pie de guerra, contando las contiendas mientras rezan para que nadie les meta un tiro en la cabeza? Pues bien, entonces, ¿Cuánto dinero estáis dispuestos a pagar? ¿Cómo pensáis comprometeros con las empresas periodísticas para que éstas obtengan los recursos necesarios para cubrir una guerra a siete mil kilómetros de distancia?
Podemos seguir jugando a que un youtuber o un tiktoker nos cuente la guerra desde su sillón y su micrófono de jugador del FIFA play, pero si queremos periodistas en lugares de conflicto, eso hay que pagarlo. Si no, esta rueda de la precariedad seguirá y seguirá mientras lloramos que cada vez mueren más periodistas que cobraban una miseria por una pieza informativa y que no contaban ni con un puñetero seguro de vida.
Si queremos una prensa de calidad, hay que pagarla. Y si queremos que ésta mande a sus reporteros a las zonas del mundo en guerra, aún más. Ésa es la verdad. Y como diría Serrat, nunca es triste: lo que no tiene es remedio…si no aceptamos que hacer periodismo es caro de producir y no se sustituye haciendo comentarios delante de un micro.