Contra los piratas de los PDF de los medios
Algunos medios se quejan, con toda razón, del expolio que sufren por parte de quienes ilegal y masivamente distribuyen sus contenidos en grupos de whatsapp y otras listas similares.
Hace unos días, el diario JAÉN publicaba una pieza cuyo enunciado no puede ser más explícito: “¡Basta ya, Respeten la Ley de Propiedad Industrial, vivimos de nuestro trabajo”. En ella, el periódico, que dirige un tipo de raza que siempre ha defendido el periodismo apegado a la tierra como es Juan Espejo, se quejaba amargamente de la distribución ilegal y masiva de sus contenidos a través de grupos de whatsapp y otros soportes similares y sin reparar en el daño que se hace a quienes quieren seguir viviendo de su trabajo.
Extraigo aquí un párrafo del comunicado del JAÉN: “El trabajo para sacar adelante un periódico en edición de papel y digital, ponerlo en circulación y llevarlo a todos los rincones del territorio donde opera la editora es ingente, cada vez más complicado, porque cada vez es un acto menos espontáneo acudir al kiosco a comprarlo, suscribirse para estar informado, entretenido; para conocer lo que pasa y lo que no pasa, para formarse un opinión en contraste. Y no puede ni debe seguir así lo que constituye un expolio a costa del esfuerzo de profesionales, una falta de respecto y, en definitiva, un flagrante incumplimiento de la ley vigente. Distribuye quien copia o repruce por cualquier medio sin permiso, o quien tiene acceso por claves. Todo grave, en cualquier caso. Deploramos ver cómo circulan noticias, páginas; no una, varias, de tal o cual tema por el prurito, inconsciente o premeditado, de estar en no sabemos qué suerte de cresta de la ola. Y debemos decir ¡basta!, debemos exigir y lo vamos a hacer, que respeten la ley y nuestro trabajo, porque vivimos de ello y a ello nos entregamos”.
No se le puede poner un pero a la protesta de los periodistas del diario JAÉN. Y lo digo, además, confesando que en alguna ocasión previa he distribuido por alguna red social el PDF de algún artículo que me ha entusiasmado y que me apetecía enlazar por el simple interés en compartir una pieza que me había gustado tantísimo. Hoy, reconozco que cuando he distribuido algún PDF he cometido un error. Bienintencionado, pero un error.
Los periodistas viven de su trabajo. Y si su trabajo se empaqueta en las páginas de un periódico que se vende a x euros el ejemplar o se cierra detrás de un muro digital de pago es porque los propietarios de estos medios han decidido que ésas serán las vías para la generación de los ingresos que les permitirán seguir ganando dinero y ser sostenibles y viables.
A los potenciales lectores de estas cabeceras les podrá gustar más o menos, pero ésas son las premisas sobre las que se asientan estos modelos de negocio periodísticos. Y los periodistas y las cabeceras que optan por modelos cerrados tienen el legítimo derecho a que no les pirateen masivamente sus contenidos, hurtándoles la posibilidad de generar ingresos con ellos y poniendo en peligro la propia viabilidad de esos medios.
Imaginad que tenéis una tienda de flores y que llega alguien que ‘copia’ vuestras rosas y orquídeas y las distribuye masivamente sin que vosotros veáis un solo euro de ellas. O que tenéis un bar y la gente se va a tomar unas cervezas y unas ensaladillas y se va sin pagar. ¿Cuánto tiempo creéis que aguantaríais abiertos si la gente se hubiese acostumbrado a piratearos vuestros producto? Os lo anticipo: tendríais que cerrar más pronto que tarde.
Pues bien, con los medios de comunicación pasa lo mismo. A nosotros nos puede parecer normal que alguien nos incluya en un grupo de whatsapp en el que se distribuyan a diario todos los PDF de todas las páginas de todas las ediciones de un periódico, pero no, no es normal.
Si eso pasa es porque algún irresponsable ha decidido abrir este muro sin encomendarse ni a Dios ni al diablo ni a los dueños de los periódicos y sin reparar ni un solo segundo en el daño que hace a quienes quieren vivir de su trabajo y que no le roben éste con el descaro tan infinito con el que se está perpetrando esta barbaridad.
Y si vosotros estáis en alguno de esos grupos, sólo os pido que reflexionéis un momento y atendáis a la gravedad de esta práctica. Esto no va de la comodidad de que alguien me dé la posibilidad de disponer gratuitamente en mi móvil de toda la información que me apetece gracias a que alguien me ha metido en una lista de difusión. Esto va de que estamos participando, seguro que sin pensarlo, en un expolio que puede destrozar los negocios que son pirateados al robarles el fruto de su trabajo.
Y no, no me vale la excusa de que no se le pueden poner puertas al campo y de que corresponde a los medios de comunicación protegerse de estos corsarios de la palabra escrita. Nos compete a todos, pero sobre todo a quienes participan de estos pirateos con la tranquilidad de que con ellos no va la cosa y sólo se limitan a abrir un archivo de PDFs. Pues no, no es sólo un simple archivo de PDFs. Se le llama periódico y lo hacen mujeres y hombres que se merecen que se respete su trabajo. Y si alguien no lo entiende así, es que tiene su escala de valores un tanto averiada.