Cuatro precisiones sobre cómo hacerse un hueco en la industria del periodismo
El sector de ,los medios ofrece muy pocas posibilidades a quienes quieren hacerse un hueco en el mercado, pero no cabe caer en más visiones apocalípticas
Os comparto por aquí un texto sobre las escasísimas oportunidades que tienen los jóvenes periodistas de encontrar un hueco en la industria de los medios. Lo firma Gretel Kahn, del Instituto Reuters para el estudio del periodismo y la Universidad de Oxford, bajo el elocuente título de ‘Una vía cada vez más estrecha. Diez jóvenes periodistas cuentan su lucha por conseguir un empleo en el periodismo”.
El artículo tiene un tono desolador y refleja con pulcritud y multitud de ejemplos personales la precariedad del sector en todo el mundo casi que sin excepción, aún más acuciantes en el tramo de edad de quienes se postulan para tener una oportunidad de mercado y parecen verse obligados a sortear todas las adversidades del mundo para luego encontrarse con un empleo en precario en todos los sentidos posibles.
Quiero haceros cuatro apreciaciones al respecto:
1. El emprendimiento. Ya sé que no es una panacea, pero hoy es una alternativa muy recomendable para los jóvenes periodistas. Es una cuestión, si se quiere, de análisis de costes. Para qué matarse por sueldos misérrimos en grandes empresas si se puede invertir el tiempo en intentar construir una marca profesional. Insisto: sin querer decir que ahora todo el mundo deba ser un empresario de sí mismo, sí que creo que hay que animar a la gente más joven a que “haga cosas” por su cuenta para así, como mínimo, ir ganando experiencia. En el artículo se elude la cuestión y entiendo que es porque no se antojaba pertinente, pero lo echo de menos. Hoy, lo honesto es decirle a los jóvenes periodistas que también deben buscarse la vida aprendiendo a montar productos y, en algunos casos, aprendiendo también a hacerlos sostenibles. Por supuesto que sé que aprenderán más en una redacción y junto a los veteranos del oficio, pero si para eso tienen que ser condenados a trabajar con salarios indecentes, casi que es mejor que se dediquen a buscarse la vida por su cuenta. Por fortuna, vivimos el tiempo más democrático de la historia para el periodismo por el coste mínimo que se requiere para montar un medio, una newsletter, un podcast o un programa en Youtube. Para trabajar a un euro la hora, mejor intentarlo por tu cuenta.
2. Entiendo que no se nombre a los medios de comunicación para no perjudicar a quienes han participado del reportaje, pero creo que merecería la pena detenerse en algún momento en la doble moral de no pocos medios que se hartan de denunciar todos los males que aquejan a los jóvenes…mientras obligan a sus jóvenes periodistas a malvivir en condiciones deplorables con sueldos del siglo XIX y una precariedad que impone. A algunos se les llena la boca, pero jamás reconocen que pagan fatal y en unas condiciones que ellos rechazarían siempre para sus hijos.
3. Hace falta también algo de autocrítica, de responsabilidad y de sentido de la realidad. Si no me equivoco, cada año salen al mercado en torno a unos 3.000 licenciados de periodismo de las facultades españolas. Es obvio que es imposible que la mayoría pueda entrar en una industria que no ofrece esas cantidades de empleo. Es bueno que los chavales lo sepan y que no piensen que por estudiar la carrera tienen el derecho a trabajar de periodistas. No, ese derecho no existe.
Y 4. Dicho todo esto, reivindico el derecho a no ser tan apocalíptico. Ya sabemos que el oficio está mal. Pero vamos a ser pragmáticos sin caer ni en el cinismo ni en el postureo de la desolación más cínica. Estos jóvenes llegan en un momento en el que la transición de lo analógico a lo digital ya es historia y lo que necesitan es saber de verdad cómo es esta industria, hacia dónde va y qué tienen que hacer para acopiar el valor añadido que necesitan para hacerse un hueco en el mercado. Yo doy clases de empresas periodísticas en Eusa (Sevilla) y os aseguro que hace tiempo que dejé de ejercer de profesor plañidera, de ésos que se pasan la vida diciéndoles a sus alumnos que esto fatal. No se lo merecen. O mejor dicho, se merecen que les digan la verdad: que sí, que hay mucha precariedad, pero que también hay muchas oportunidades de hacer productos más adaptados a las demandas reales de los nuevos consumidores y que lo que tienen también que aprender es a detectar esas nuevas oportunidades y, en muchos casos, a hacerlas sostenibles.