¿Dejarías que una IA escribiera mucho mejor que tú?
Si subcontratamos nuestra creatividad y nuestra capacidad de expresarnos y de escribir, seremos infinitamente más fáciles de sustituir.
Si te preguntara si una inteligencia artificial puede escribir mejor que un ser humano, probablemente me dirás que es imposible que los algoritmos superen el ingenio de Miguel de Cervantes, Shakespeare o Tolstoi. De acuerdo, pero te añado: la IA no puede mejorar al creador del Quijote ni te puede servir para continuar ‘Guerra y Paz’ donde Tolstoi la acabó, pero tú tampoco lo puedes hacer. Y, por cierto, haríamos mal si enfocamos la discusión sobre la escritura de las inteligencias artificiales en torno a la cuestión de si puede competir con los mayores ingenios humanos y no sobre qué podemos hacer para competir con estas máquinas algorítmicas a la hora de escribir de un modo más claro, riguroso y efectivo.
Hoy, una IA bien entrenada es capaz de redactar análisis, informes, notas de prensa, comunicados, contratos, sentencias y un largo etcétera de formatos con una claridad expositiva que supera con mucho al de muchos de nosotros. Y su capacidad mejora con el entrenamiento. Día que pasa, día que escriben mejor y procesan más información sobre cualquier asunto que te puedas imaginar. Repasa por ejemplo el GPT que salió al mercado en noviembre de 2022 y compáralo con el que puedes usar ahora, no dos años después.
¿Qué podemos hacer entonces para que estas IA no nos sustituyan, como podéis sospechar, como fuerza de trabajo?
Hay dos maneras de enfrentarse a este dilema:
En primer lugar, podemos centrarnos en usar intensamente estas IA sin mayores dramas, reflexiones ni dilemas éticos, convertiéndonos en los mejores escritores de prompts posibles y obsesionándonos con hallarles utilidades prácticas para nuestros desempeños profesionales. Un poco en la idea darwinista de que esto va de adaptarse al mundo que están empezando a conformar. Esta estrategia posibilista es razonable, pero te lleva a ser un preso de estas aplicaciones, a ser un humano sin recursos propios que no desarrolla sus habilidades porque las ‘subcontrata’ a algoritmos que hacen su trabajo por él.
Y en segundo lugar, podemos apostar, más allá de ponernos al día con las IA, por seguir mejorando nuestras habilidades propias, que son las que, bien desarrolladas y entrenadas, nos aportan el valor añadido que nos hace sobresalir por encima de los algoritmos. Entre estas habilidades, se sitúa la de ser capaz de escribir bien, con un estilo claro, sencillo y comprensible, que, entre otras ventajas, transmita a nuestro entorno que somos personas con criterio y con capacidad de pensar, crear, planificar y poner por escrito unas ideas que siempre serán más originales, singulares y atractivas que las que te pueda escribir una máquina.
No hay, pues, que despistarse. Escribir bien va a ser una prueba de que vales más que una máquina y de que más le vale a quien te quiera contratar que te elija a ti antes que a una suscripción a un servicio de IA, por muy barato que éste le cueste. Y nosotros tendremos que centrarnos en desarrollar estas habilidades sin dejar que sea la máquina la que piense por nosotros, porque, entonces, sí que tendremos un problema, y no sólo de trabajo. ¿Por qué? Porque si subcontratamos nuestra creatividad y nuestra capacidad de expresarnos y de escribir, seremos infinitamente más fáciles de sustituir. Piénsatelo.