Diez mandamientos básicos para escribir con claridad ✍🏻
Escribir de modo claro y sencillo es una de las mejores inversiones que puedes hacer en ti. Te paso algunos consejos para que tus textos ganen en consistencia
En primer lugar, escribe el texto sin preocuparte demasiado de limpiarlo. Ya tendrás tiempo para depurarlo. Ahora, lo que corresponde es dejarle rienda suelta a tu creatividad y que pongas sobre el papel todo aquello que, a tu juicio, merece la pena incluirlo. Hazte tu particular tormenta de ideas. No te detengas a depurar una idea o a reflexionar sobre si haces bien en incluirla o si sería mejor desecharla. No seas impaciente: para cortar, primero tienes que tener algo que cortar. Fuera pudores: la creatividad se entrena. Suelta todo lo que se te ocurra.
Cuando sientas que ya no tienes o puedes añadir algo más, siéntate delante del texto, ocúpate en darle un orden, una estructura. Lo importante aquí es que te centres en darle coherencia y uniformidad a tu intervención. Que se note que hay un hilo conductor.
Preocúpate de meterle al texto las historias, anécdotas y datos que le den frescura y viveza. Inyéctale toda la humanidad de la que seas capaz. Como te he dicho una y otra vez, los humanos nos identificamos y nos emocionamos con las historias sobre otros humanos.
Piensa en cómo arrancas tu texto y en cómo lo acabas. Es muy importante que te detengas bien en este paso. La primera impresión reducirá la tasa de abandono del texto, le dará al lector más razones para detenerse en él y dedicarle un tiempo que podría destinar a otras actividades más entretenidas o productivas.
La escritura es ritmo. Intercala párrafos largos con otros más cortos y restringe el número de oraciones subordinadas. Tensa el ritmo narrativo con alguna idea que rompa la cadencia.
Ahora sí: limpia el texto: céntrate en primer lugar en la estructura del texto y asume que hay frases e ideas brillantes que deberás eliminar porque sobran o porque chocan con el objetivo que te has propuesto. No eres la protagonista de La decisión de Sophie, que tuvo que decidir a cuál de sus hijos salvaba. Sé inflexible.
Cuando ya tengas la estructura clara y hayas eliminado el sobrante, dedícate ahora a quitar adjetivos, a sustituir verbos compuestos por otros que sean simples y a usar sinónimos que te ayuden a no repetirte más de lo aconsejable.
Ataca los lugares comunes y las frases hechas. Díctate a ti mismo una orden de alejamiento de los tópicos y de las imágenes gastadas. Haz como los yonkis del juego que se apuntan a una lista para que no los dejen entrar en los casinos y en los bingos. Oblígate a no usar jamás un refrán rancio.
Construye imágenes y facilita que el lector visualice el texto con el objetivo de hacerlo memorable en el doble sentido de esta palabra: porque te ayudará a hacerlo más comprensible y porque permitirá que tu mensaje se retenga más en la mente de tu lector y perdure más en el tiempo,
Y, por último, y sobre todo, revisa todo lo que hayas hecho y empecínate en que el texto sea sencillo y claro. Ponte en el lugar de un lector que no tiene tu mismo grado de información ni está acostumbrado a los tecnicismos o a la jerga que se emplea en tu sector. Se merece, como mínimo, saber qué quiere decir el que escribe el texto que él está leyendo. No se trata de ponerlo fácil, sino de respetarlo. Y para que eso pase, es importantísimo que cumplas los mandamientos que te he enumerado con anterioridad.