El derecho a entender lo que nos dicen nuestros políticos
Cuando un dirigente pronuncia un discurso ininteligible y vacuo, le está faltando el respeto a los ciudadanos.
Más allá de las chanzas, este asunto del momento ‘errejoniano’ de la dirigente política Elizabeth Duval es interesantísimo y es un buen ejemplo de cómo el lenguaje también desconecta a los ciudadanos de sus élites políticas.
Duval es una joven dirigente de Sumar que, pese a ser apenas una veinteañera, tiene criterio, formación y lecturas bien aposentadas. Es licenciada en Filosofía y Letras y compatibiliza su actividad política con su trayectoria como ensayista y articulista. Un gran ejemplo, por tanto, para su generación. Y, desde luego, lo más alejado que os podáis imaginar de ese mundo de iletrados que coloniza las juventudes de los partidos políticos.
Pero, por razones que desconozco, se ha dejado llevar en esta ocasión por el discurso vacuo de quienes, desde posiciones simplemente altaneras, desdeña algo tan esencial como la necesidad de saber descifrar la complejidad y trasladarla a un lenguaje claro y comprensible. Y, en consecuencia, se ha olvidado de que los ciudadanos tienen el derecho a entender qué les quieren decir quienes les representan, ya sean nuestros políticos, nuestros jueces, nuestros médicos, nuestros funcionarios y todos aquellos que tengan una responsabilidad pública y cobren del erario público.
El aura de intelectualidad no se adquiere amontonando frases vacuas que afirman en cien palabras lo que se podría sostener en diez. Y, menos aún, con discursos obtusos que terminan siendo inevitablemente carne de meme en el detritus social de las redes.
Y, por cierto, que a veces se nos olvida: el lenguaje claro es una señal de respeto a quienes te escuchan. Y el lenguaje obtuso es…todo lo contrario.