El poder de leer un artículo largo al día
Adquiere un hábito simple para estos próximos meses: oblígate a leer un artículo largo cada día. Sin fallar uno solo. Puede ser tu mejor inversión en mucho tiempo.
La tecnología, que tantísimo nos da, también nos quita. Entre otras cosas, su abuso nos vuelve compulsivos. Provoca que nos cueste leer en largo. Nos atrapa en una maraña de mensajes telegráficos que nos hace preferir un zasca, un meme o un vídeo de siete segundos antes que la lectura de una novela, del artículo de un periódico o de cualquier documento que supere los 280 caracteres de la red social X.
Puede que sea el signo de los tiempos, pero eso no significa que no haya que combatir esta realidad. De hecho, luchar contra ella es recomendable y, en el caso de los más adultos, una responsabilidad que tenemos hacia las generaciones que nos suceden.
Es tan obvio que, hoy, se abre una brecha na invisible entre quienes tienen la capacidad crítica de analizar un texto más o menos largo y quiénes se impacientan cuando llevan tres párrafos de lectura que sería poco honesto minusvalorar este problema.
No hay que ir por soluciones tremendistas que se diluyen en cuanto que las enuncias.
Basta con adquirir un hábito simple.
Un ejemplo: un artículo de fondo al día. De un periódico cualquiera que no se deje llevar por el clickbait y que trate a sus lectores como a mayores de edad. Sólo uno. Y si no es uno al día, al menos par de veces a la semana.
Cuando lo intentes, sólo te pido algo: sé constante. Date un tiempo. No abandones ni a los dos minutos, ni a los dos días ni a las tres semanas. Regálate unas cuantas semanas de lectura diaria.
¿Sabes qué va a pasar luego? Que lo de leer algún reportaje interesante, ponerte con una historia de no sé cuántas páginas, sacar una novela de una estantería o ver una película de dos horas sin entrar en ese tiempo en Instagram ya no te va a resultar tan extraño.
Vas a notar que el rito de leer a diario ya no te cuesta, vas a descubrir una capacidad para la atención y para la concentración que no sabías que tenías y vas a toparte con que te va a resultar más fácil describir cualquier cosa que te pase.
Entenderás mejor el mundo que te rodea y esa misma comprensión incrementará tus habilidades críticas para desarrollarte como persona y como profesional. Mejorarás tu escritura. Hallarás las palabras precisas que antes no encontrabas. Y te sentirás incluso algo mejor, aunque sólo sea porque ya no te dedicarás cinco horas diarias a bombardear tu cerebro con imágenes cargadas de emociones explosivas.
Entrenarse en la lectura es un placer, pero también una inversión. Y no lo digo porque me haya dado un ataque de pedantería o porque me haya dado por pensar que tengo la misión en el mundo de obligaros a leer en la era de las pantallas, sino porque entiendo que tenemos la obligación de hacerlo si queremos seguir siendo parte de una comunidad de ciudadanos con el derecho a gobernar sus propias vidas y no de simples consumidores en manos de las plataformas que nos suministra nuestra ración diaria de dopaminas enriquecidas.