En defensa de la brevedad, si viene acompañada de la claridad
Soy un ferviente partidario de la brevedad que aporta, no de la brevedad telegráfica y compulsiva de quien está convencido de que un tuit tribunero es el summum del pensamiento crítico.
Antonio Gutiérrez-Rubí ha escrito un libro de poco más de cien páginas en el que hace, como indica su título, un ‘Breve elogio de la brevedad’ (Editorial Gedisa). Comparto esta defensa de la brevedad como sinónimo de claridad. Lo breve, por sí mismo, no convierte un texto mediocre en otro de más calidad. Ahorra tiempo, que está muy bien, pero poco más. Ahora bien, cuando es fruto del interés por desbrozar lo complejo y por limpiar la hojarasca que despista en vez de aportar, esa brevedad se agradece.
La claridad en breve también es una muestra de respeto por tu interlocutor o por tu lector. Y el mejor método que conozco para poner en orden tus ideas y para demostrar que eres una persona con capacidad para construir un discurso y defender un argumento.
Este poder no es poca cosa en un mundo de ruido incesante y de una atención menguante. Si quieres que te escuchen, tu mensaje tiene que ser poderoso. Y si quieres que sea poderoso, tu estilo debe ser sencillo, directo y sin rodeos ni circunloquios. Lo que puedas decir con dos palabras, no lo digas con veintidós. Ya verás que te tornas más convincente y que logras ganarte la confianza de quien te lee y te escucha.
Pero no quiero que os confundáis. Soy un ferviente partidario de la brevedad que aporta, no de la brevedad telegráfica y compulsiva de quien está convencido de que un tuit tribunero es el summum del pensamiento crítico.
Como sostiene Gutiérrez-Rubí, «el valor de lo breve trasciende la mera economía de las palabras. La brevedad nos abre una puerta hacia la esencia misma del conocimiento, hacia un refugio donde la profundidad y la claridad se encuentran. La brevedad nos obliga a escoger no solo lo esencial, dejando de lado lo superfluo, lo que no añade, lo que distrae. En ese acto de selección radica la verdadera maestría del pensamiento«.
Como para no estar de acuerdo.