En situaciones de catástrofe, busca un buen portavoz
En tiempos de zozobra como los de la DANA de Valencia debe haber una voz única, un portavoz, que transmita confianza y seguridad
Viendo por televisión las comparecencias públicas de Francisco Javier Marcos, jefe de la Unidad militar de emergencias (UME), en las que explica la intervención de las Fuerzas Armadas en la tragedia de las riadas de Valencia, no puedo más que preguntarme porqué este profesional, o alguien similar, no fue el encargado desde el primer momento de ir explicando a los españoles, con un tono técnico pero didáctico, qué estaba pasando y porqué se hacía lo que se hacía.
En esos primeros días hubo información de primera mano, pero quienes explicaban lo que estaba pasando eran dirigentes políticos a los que se les notaba superados por la situación, hombres y mujeres que no acertaban con el mensaje ni con el tono y que alimentaron la confusión reinante con sus mensajes dispares.
Como fruto de este desconcierto, en las primeras 72 horas posteriores a las trombas se apuntalaron dos percepciones muy negativas en la opinión pública.
La primera era que el complejo sistema de competencias de la Generalitat de Valencia y del Gobierno de España para este tipo de catástrofes perjudicaba la ejecución de las primeras labores de urgencia en las zonas devastadas.
Y la segunda fue que las autoridades no estaban llegando a todos los lugares afectados y no lograban socorrer a todas las víctimas, por lo que cundió una sensación de abandono que, además, ha permitido que crezcan mensajes y discursos populistas y falsos como los que sostienen que “sólo el pueblo salva el pueblo”.
Aquí ha fallado también la comunicación.
En situaciones de crisis extrema donde la sociedad sufre una convulsión y el sentimiento de los ciudadanos oscila entre la tristeza, el miedo, la indignación y el enfado, hay una máxima: debe haber una voz única, un portavoz, que transmita confianza y seguridad en tiempos gobernados por la zozobra.
Ese portavoz no requiere de liderazgo político, sino técnico, pues debe trasladar la imagen de que hay alguien en los mandos, alguien con una autoridad acreditada por su capacitación y por su profesionalidad, contrastada por años de experiencia en situaciones similares.
A mi juicio, esa figura del portavoz único que responde mañana, tarde y noche a las preguntas de los periodistas y que puede pasarse horas delante de las televisiones tenía que haber estado presente desde el primer minuto para transmitir confianza y seguridad y para lograr dos fines esenciales: 1) paliar la sensación de abandono que fue apoderándose de los vecinos de los pueblos más devastados por las trombas de agua y 2) ayudar a frenar los bulos delirantes que han ido esparciendo al calor de la tragedia.
Por decirlo gráficamente, y más allá de los errores que cometiera, nos ha faltado un Fernando Simón como el que veíamos a diario en la pandemia. Nos ha faltado en los primeros días. Y lo estamos pagando y lo seguiremos pagando durante mucho tiempo.
Totalmente de acuerdo, Juan Carlos.Tan simple y fácil como poco practicado. Hablas con conocimiento de causa.
Un abrazo, compañero.