La comunicación y el hacha de Lincoln
Antes que ofrecer una solución estandarizada, trabaja bien qué se quiere comunicar, quién lo va a contar y dónde piensa hacerlo. En suma, afila el hacha antes de ejecutar una estrategia.
Se le atribuye al presidente norteamericano Abraham Lincoln una frase ya clásica en la que sostiene que “si tuviera seis horas para cortar un árbol, me pasaría cuatro afilando el hacha”. Aunque a mí lo de hablar de hachas como que me impone, no se me ocurre otra expresión más ajustada para definir la importancia real de entrenamiento, del adiestramiento y del trabajo previo para el desarrollo de cualquier desempeño…ligado con la comunicación de las ideas.
Quizás haya quien piense que se trata de un oficio donde se improvisa y se tira del talento y de la experiencia para abordar cualquier situación que se te presente, sobre todo las que son más complejas o delicadas.
Tienen razón en parte: el fondo de comercio de quien se dedica a la comunicación, el periodismo, la publicidad, el marketing o cualquier otro empeño en el que se trabaje desde la creatividad son sus horas de vuelo, que le permiten solventar situaciones complicadas gracias al patrimonio de experiencias que se acumulan a lo largo de los años.
Pero la explicación se queda corta si no se pone la atención en otro punto que es esencial en cualquier estrategia. La preparación, el entrenamiento, el trabajo previo que te permite que un trabajo mediocre se convierta en uno notable y que el que sea notable acabe sobresaliendo aún más. O sea, el ‘afilado del hacha’.
Seré ya más preciso. Si quieres trazar una buena estrategia de comunicación o de una empresa o de una institución, pasa de las soluciones estandarizadas y sin alma y métete de lleno, hasta donde te dejen, en las tripas de la organización. Y cuando lo hagas, pide el tiempo suficiente y las reuniones necesarias para debatir sobre los siguientes puntos:
Qué se quiere contar, porqué y a quién quiere trasladarse sus mensajes.
Cuáles son las ideas fuerza de la organización y cuál va a ser el relato y la historia que se transmitirá.
Y cómo y dónde quieres posicionar tu mensaje.
Ya hecho este trabajo, que se puede desarrollar en dos, tres o cuatro sesiones de trabajo, elabora un par de documentos:
El relato general de la empresa. La historia de quién es, porqué hace lo que hace y dónde quiere llegar.
El vademécum de preguntas/respuestas de la organización. Esencial sobre todo para ir preparando cualquier situación adversa que pueda aparecer en el radar de la organización.
Si se hace cada cierto tiempo este ejercicio, nos ayudará a refrescar el quiénes somos y qué aportamos al mercado y a la sociedad, ‘entrenándonos’ para lo que nos pueda llegar y recordando a la organización porqué hacemos lo que hacemos.
Y, en suma, nos permitirá afilar ese hacha del que hablaba Lincoln para, así, fortalecer la imagen y la reputación que permitirá a esa empresa o institución seguir ganándose la confianza de quienes más le interesen.