La epidemia de los sujetacubatas
Las redes sociales están llenas de vendedores posmodernos de crecepelos que te ofrecen el nirvana del éxito con sus fórmulas mágicas, sólo aptas para incautos ávidos de que alguien les guíe en la vida
Mi amigo el filósofo David Cerdá y yo tenemos desde hace un año un podcast que se llama Algohumanos en el que nos dedicamos a charlar de “las cosas de siempre, en un mundo nuevo”, una manera fina de decir que hablamos de lo que nos viene en gana y con la libertad de espíritu propia de estos formatos de conversación.
A veces, nos ponemos gamberros y la emprendemos contra algún colectivo que nos parece que se merece un poco de choteo más o menos ilustrado.
Una de esas ocasiones se ha dado con el episodio que le hemos dedicado a los sujetacubatas que proliferan en las industrias del coaching, del desarrollo personal y de la motivación y que también te encuentras cuando ves a tantos gurús especializados en contarte que el mundo se va a acabar de aquí a unos días o que los robots poseerán nuestras almas.
Os confieso que a mí estos tipos me interesan. Me fascina cómo son capaces de convencer a tanta gente con ideas que suelen ser disparatadas, cursis y, en algunos casos, cómicas, enormemente cómicas.
Hay ejemplos tan sangrantes como el del sujetacubatas que te dice que hay que amar a todo el mundo, incluido a Hitler, o el que te convence que sólo lograrás el éxito si eres capaz de levantarte todos los días a las cinco de la mañana y hacer cien abdominales antes de desayunarte un mejunje hecho a base de quinoa y aguacate.
Todos coinciden en su habilidad en atraer adeptos, su conexión emocional con un público que está deseando escuchar sus discursos ‘cursimotivadores’ y también en su comprensión de cómo funcionan las redes sociales.
Se nota que saben más de algoritmos que de la mente humana, pero también, y hay que reconocérselo, que son unos excelentes comerciales de sí mismos y que han entendido que pueden lograr el éxito si aplican sus técnicas de persuasión para la captación de incautos.
Pero más allá de sus habilidades, no hay que olvidar ni por un momento que no son más que los nietos con ínfulas de los crecepelos que antes te vendían sus recetas milagrosas vendiéndolos a gritos desde sus carromatos y que ahora lo hacen desde sus cuentas de YouTube, Instagram y Tik Tok. En algunos casos, son inofensivos, pero, en otros, son poco menos que timadores algorítmicos. Y ante eso, lo mínimo que uno puede hacer es, al menos, reírte de ellos, que siempre es un ejercicio muy sano. 😉
Nietos de crecepelos, muy bueno 😃