Las empresas de la IA también quieren el dinero de la publicidad programática
Las compañías que desarrollan las grandes aplicaciones de inteligencia artificial quieren cazar en el coto de los anuncios hiper personalizados, ahora en manos de las grandes tecnológicas sociales
A través de la página de Enrique Dans he llegado a un artículo en MIT Tech Review firmado por Nathan Sanders y Bruce Schneier que señala que el desarrollo de la inteligencia artificial generativa puede encontrarse con el mismo problema que las redes sociales: la elección de la publicidad hipersegmentada como modo de ganar dinero.
El artículo es un vaticinio de lo que puede ocurrir si las tecnológicas que lideran el desarrollo de la IA insisten en explorar la vía de la publicidad algorítmica, ésa que te permite allí dónde vayas, y ya podemos anticipar que sus resultados no serán buenos para los ciudadanos.
La adopción de la publicidad programática como el ‘patrón oro’ de las plataformas tecnológicas ha derivado en violaciones sistemáticas de la privacidad de los usuarios, en una crisis de atención y de concentración que no habíamos conocido hasta ahora y en el crecimiento infinito de la desinformación, que se ha propagado gracias a que las redes sociales han preferido un modelo que premia el tráfico de visitas, la cantidad antes que la calidad, y que ha sido un coladero y un sumidero de todas las inmundicias, bulos, infamias y falsedades que nos podamos imaginar.
¿Queremos lo mismo para la IA? ¿Que nos persigan los anuncios más absurdos cuando interrogamos a chat GPT? ¿Que estas máquinas sepan todo sobre nosotros? Me imagino que la respuesta es negativa salvo en el caso de que ya todo nos dé igual y no nos importe que haya un Gran Hermano orwelliano rastreando todo lo que hacemos para sacarnos todo el dinero disponible de nuestras cuentas corrientes.
Justo ahora que empezamos a ser conscientes del lado más tenebroso de las redes sociales, con sus técnicas persuasivas que nos llevan a la adicción a las pantallas, a los móviles y a los contenidos que miramos en un scroll permanente, estamos viendo cómo las compañías que pueden suceder en el trono a las reinas de la conversación social también se sienten tentadas por este modelo de negocio de la publicidad dirigida.
Autores como el propio Enrique Dans o la experta en privacidad Carissa Veliz sostienen que es un error, no sólo por las consecuencias tóxicas propias del uso descontrolado de esta publicidad hiper segmentada, sino porque no está demostrado que esta publicidad funcione mucho mejor que otra en la que no se escrute hasta el último movimiento de los usuarios.
Esto último no lo veo tan claro. Si las plataformas insisten en la adopción de la programática es porque les aporta cantidades ingentes de dinero. Y si las empresas de IA están pensando en incorporarla a sus aplicaciones, es porque ven que pueden hacerse con un mercado que mueve billones de euros y de dólares.
Pero es que, además, no creo tampoco que haya que centrarse en este último aspecto. Entre otras razones, porque nos desvía del foco principal de la cuestión, que es el daño que están haciendo las plataformas que usan técnicas psicológicas que enganchan a la gente a las pantallas y los convierte en adictos para así ganar dinero con los anuncios personalizados que insertan masivamente gracias al uso de los algoritmos.
Nos debería dar igual quién se hace billonario con estas nuevas redes. Lo que nos tiene que importar es que sigan explotando nuestros datos personales, que nos conviertan en yonkis de sus productos y que hagan irrespirable el campo de juego en el que conversamos, nos entretenemos y nos informamos, que no es otro que el de las pantallas de nuestros teléfonos móviles. Esto es lo que hay que combatir.