Las lecciones de la muerte del medio argentino Red/acción
El cierre de un medio que ha sido un ejemplo de innovación y de servicio público nos pone en la tesitura: ¿Queremos buenos medios o sólo que nos entretengan con más y más vídeos en las redes?
El medio argentino Red/acción cierra. Lo ha anunciado su fundador e impulsor, Chani Guyot. Seis años después de ponerse en marcha, Red/acción deja de publicar noticias. Su modelo editorial fue todo lo que un periodista siempre quiso para sí, una referencia de servicio público, pero su modelo de negocio nunca logró arrancar.
En parte, por el contexto de una Argentina en permanente estado de inflación en la que cuesta más de lo normal que cuadren los números de las compañías. No hay previsión que valga cuando, como en el caso de Red/acción, la inflación subió en su país un 4.900% en los seis años que van desde su fundación en abril de 2018 hasta hoy.
Y en parte también porque sigue habiendo una fuerte distancia entre nuestros deseos como periodistas y lo que quieren realmente los ciudadanos, que quizás no es ese buen periodismo, sino algo más entretenido y fácil de consumir.
A los periodistas nos gustan medios como Red/acción, pero a los ciudadanos no tanto. Al menos, no en la proporción necesaria y con el compromiso suficiente como para que estos medios, responsables y volcados en la función de servicio del periodismo, puedan ser sostenibles.
Hoy, un medio como Red/acción, que se empecinó en no caer en la dictadura del click facilón y que trabajó un modelo de negocio basado en los patrocinios y en las membresías, ha demostrado que los buenos propósitos no bastan y que los números no salen si los medios no se adaptan a las necesidades de un mercado que trata al producto periodístico como otro producto más en el escaparate del entretenimiento on line.
En realidad, lo de Red/acción no es más que otro golpe seco de realidad.
El negocio periodístico no va sólo de que hagamos lo que creemos lo que hay que hacer para ofrecer un producto que responda a las necesidades de los ciudadanos, sino de entender que hay que pelear tu espacio en un nuevo contexto de oferta casi infinita de contenidos en la que hay que pelear hasta el último euro y el último dólar, no ya con las marcas ya consolidadas, sino con la mayor pléyade de creadores individuales de la historia de internet.
En la economía de la atención, no basta ya con hacer buen periodismo. Se necesita algo más. Y ese algo más no es saber más sobre cómo atrapar las audiencias que llegan a través de Google Discover, sino que está en saber situarse en esta nueva melé de medios, marcas y creadores de contenido.
Lo explica bien Mauricio Cabrera en este artículo que enlazo aquí y le da contexto Damian Radcliffe en este otro texto en el que da pistas de hacia dónde va la industria del periodismo.
Hoy, las clases medias del periodismo son las que más sufren los efectos de la transformación del paisaje mediático.
Las grandes marcas siguen en la pelea de la publicidad que aún no se han quedado las grandes tecnológicas como Google o Meta a la vez que trabajan en modelos de suscripción que les permitan volver a generar ingresos directos de sus lectores. Sus cuentas de resultados caen de forma acusada, pero sobreviven aún porque siguen siendo influyentes en sus territorios de referencia. Ése es su gran valor. Y lo mismo le vale globalmente a New York Times que al diario local de referencia en una pedanía de alguna provincia olvidada.
Mientras, en paralelo, grandes bolsas de usuarios se decantan por dedicarle su tiempo de atención en las redes, que es casi todo su tiempo, a consumir contenidos de creadores individuales en plataformas como YouTube, Instagram, Twitch, Telegram y otros canales sociales. Los chicos prefieren a Ibai Llanos que a medios como Red/accion. Y ocupan su tiempo, que es finito, con él. Y creadores como él y tantos otros ocupan el espacio y facturan a las marcas quedándose, legítimamente, con los ingresos que antes también eran ‘patrimonio’ de esas clases medias del periodismo. Puro negocio.
Así, los medios que no compiten en grandes escalas ni tampoco son capaces de captar la atención que sí logran los creadores de internet se quedan en tierra de nadie. Defendiendo, como es el caso de Red/acción, buenos modelos de periodismo que ayudan a sus comunidades a ser mejores, pero que no logran lo más importante de cualquier negocio, ya sea periodístico o de lo que toque: cuadrar sus cuentas.
¿Qué queda, pues? Si lo supiera, no lo diría, sino que estaría ganado dinero contándoles la fórmula del éxito a los medios que quisiesen pagarme por el ‘secreto’.
De hecho, creo que no hay secreto más allá de entender que este negocio es de escalas, que se trata de dimensionar muy bien los costes y de saber aprovechar esas nuevas escalas de la economía de la atención en internet para 1) acceder a grandes públicos que te permitan acceder a las grandes bolsas de publicidad o 2) obsesionarte con crear y hacer crecer una comunidad de fieles dispuestos a pagar dinero de su bolsillo por tus productos.
Ahora bien, sin olvidarnos también de algo esencial.
La muerte del periodismo tal y como lo conocíamos (y aquí os recomiendo el excelente ensayo que ha escrito Teodoro León Gross explicando el derrumbe de la industria tradicional) es también, en parte, la muerte de la democracia liberal tal y como la conocíamos.
Nadie, en su sano juicio, puede pensarse que la democracia participativa puede sustentarse sobre comunidades individuales de creadores que jamas practican el pensamiento crítico ni sobre plataformas tecnológicas que se dedican a violar nuestra privacidad para hacer negocio con todos nuestros datos personales.
Hay que ser muy inconsciente para no darse cuenta que las proclamas libertarias de unos y de otros son ridículas.
Cuando se muere un medio serio y con vocación de compromiso, como es el caso de Red/acción, la sociedad en la que presta sus servicios se degrada y languidece. Y eso, me parece a mí, es un lujo que quizás no nos deberíamos permitir.
Muy interesante eso de que los medios que nos gustan a los periodistas a veces no atraen al resto de los ciudadanos. Acuerdo 100%. Por otro lado, hacer de cero, hoy, un medio generalista -¡Y EN ARGENTINA! Jaja-es una apuesta osada y que tendrá por siempre mi respeto. Personalmente, y con el diario del lunes, creo que no terminaron de adecuar una estrategia óptima que traduzca sus contenidos de calidad en propuestas para redes. El formato audiovisual prima allí y la apuesta por ese formato era bastante escasa. El Digital News Report lo viene mencionando hace unos años el fenómeno creciente de personas que se informan vía influencers o personas que les narran noticias en redes. Por último, lo de la escala tmb es clave porque conozco casos de medios que con menos equipo y menor presencia, se sustentan y dan rédito. No a la escala de los grandes medios en el pasado, pero persisten. Es posible. Ahora, si el objetivo es revivir la época de oro de la prensa, le resultará dificil a cualquiera.