Los problemas de no concentrarse ni para leer un artículo largo
José Antonio Marina advierte del peligro que acarrea que haya tanta gente que no sea ya capaz de concentrarse en un texto con una longitud que supere las cuatro o cinco líneas de un post de una red.
El filósofo y ensayista José Antonio Marina reflexiona en esta entrevista en el diario El País que te enlazo sobre una cuestión en la que he incidido en algunas ocasiones: la pandemia de distracción que es consecuencia directa del abuso en el consumo de las pantallas nos impide, cada vez más, concentrarnos en la lectura de textos largos, con todo lo que eso significa de pérdida de nuestra capacidad de concentrarnos, de prestar atención y de comprender asuntos más o menos complejos que no aclaran con un par de mensajes de diez, doce o quince segundos.
Marina se detiene en la política al advertir lo siguiente: "Cuidado, que esto es un problema social y político de primera magnitud, porque en los textos cortos están los eslóganes, los clips publicitarios, los insultos... pero no los argumentos; estos necesitan textos más largos. En una viñeta de The New Yorker, hay un juez en lo alto de un estrado, y abajo están los abogados defensores. Y les dice: “Miren ustedes, para acelerar el procedimiento, vamos a prescindir de las pruebas y pasar directamente a la sentencia”. Bien, eso es lo que estamos haciendo en política. Vamos a quitarnos lo pesado, que son las pruebas, los datos, los argumentos... y vamos directamente a insultar y descalificar. Todo eso tiene su historia.".
La pérdida de atención deriva en una conversación política de low cost en la que las emociones más primarias sustituyen a la reflexión. Y, aunque no tengamos interés en verlo, tú sabes, porque lo estás viendo a tu alrededor, que acarrea consecuencias lesivas para la salud de nuestra comunidad al facilitar y animar el advenimiento de arribistas de la peor estofa, populistas que saben captar el malestar social para enterrar lo más hondo posible el ataúd de la democracia liberal.
Piensa ahora en ti mismo y en cómo te vendría un cambio de hábito que te permitiese recuperar la costumbre de leer con más profundidad y con más tiempo. Y, a ser posible, en papel y con un cuaderno cerca.
La lectura de textos largos no cura esos males como si fuese una receta mágica de ésas que te encuentras en los reels de Instagram o de Tik Tok, pero ayuda a atemperarlos. Te detiene, te hace 'descansar' del ruido y te invita a otra dimensión más pausada que te aleja por momentos del griterío de la pantalla.
Y, como persona y como profesional, te dota de unas habilidades que se pierden a borbotones si tu dieta cognitiva se centra en el consumo de estas grasas saturadas para el cerebro que son las redes destinadas al entretenimiento.
No digo que abandones estas últimas, pero hazte un favor y házselo a los tuyos. Como ya te he solicitado en otras ocasiones: acostúmbrate a leer un artículo largo al día. No te digo más que eso: un artículo largo al día. O cuatro o cinco a la semana. Y ya verás cómo cambia hasta tu percepción del mundo.