Recuerda esto de Frank Luntz: "No es lo que dices, sino lo que entiende la gente"
Las tres claves de una buena comunicación política son sencillas: claridad, simplicidad y repetición. Lo demás son ganas de no enfocarse en lo importante.
Franz Luntz pasa por ser el comunicador político de cabecera del Partido Republicano de los Estados Unidos en los últimos lustros y también ha sido consultor de referencia para grandes compañías norteamericanas como Coca Cola o General Motors.
En 2011, Luntz publicó el libro ‘La palabra es poder’, cuyo subtítulo en español es más que elocuente: “No es lo que dices, sino lo que entiende la gente”. ¿Te suena? Quizás es porque es lo dijo también un ensayista de la talla del canadiense Michael Ignatieff en su imprescindible ‘Fuego y cenizas’, un texto que no me voy a cansar de recomendar a quienes le interese saber cómo funciona este negocio de la política y de la cosa pública.
Pues bien, en el primero de los ensayos que te menciono, Luntz se recrea en las reglas básicas de una comunicación política eficaz. Se trata de tres ideas y de un principio general que es casi una obsesión.
Los tres criterios que deben presidir una buen discurso o intervención política son el de la claridad, el de la simplicidad y el de la repetición.
Y el principio general que nunca debes olvidar es el de que hay que construir ideas, imágenes y frases que sean memorables y perdurables.
A la gente hay que golpearla en el alma, no condenarla a escuchar charlas tediosas con un aroma burocrático que espanta. Por eso, te recomiendo que huyas de las largas parrafadas sin fin, de los circunloquios verbales y de los tecnicismos infumable, que la gente no se emociona con los excels, sino con las historias que les pasan a las personas y que, cuando te las cuentan, te golpean el alma.
Para lograrlo, no sólo es que basten un puñado de palabras, sino que es obligado que sólo sean un puñado de palabras. Cuantas menos, mejor. Y cuantas más repetidas, también..
Es un recurso ya clásico en la comunicación política y es el que explica que los candidatos repitan machaconamente sus eslóganes como autómatas cada vez que hay una cita con las urnas.
Como habrás comprobado, a los políticos les pasa como a esos grandes gurús y profetas de la autoayuda que dan siempre la misma conferencia y cuentan las mismas anécdotas allá donde les entrevisten. Aquí en España, por ejemplo, hay conferenciantes profesionales como Víctor Kuippers, Emilio Duró, Luis Galindo o el mago More que cuentan siempre las mismas historias…y que siempre enganchan porque saben qué funciona y qué no funciona y repiten una y otra vez lo que saben que logrará una conexión emocional.
Pues bien, en la política es lo mismo, pero en píldoras aún más concentradas y a un ritmo de repeticiones infinitamente mayor. Hay que repetirse. Y hay que repetirse en el uso de frases con la ambición de ser memorables y que sean cortas, fáciles de digerir y, a ser posible, que incluyan un mensaje poderoso que se pueda visualizar y nos ayude a tomar partido por el dirigente político que lo expresa.
P.D. Rosa Masegosa puntualiza en Linkedin mis palabras diciendo que no hay que pasarse en este extremo de la simpleza. No puedo más que estar de acuerdo con su opinión. Yo abogo también por la simplicidad, pero sin caer en el error de confundir la sencillez con el trazo grueso, la claridad expositiva con el brochazo demagógico de quien entierra los matices para confundir a quienes les escuchan y convencerles con argucias muy poco edificantes.
Y en España, quién lo hace bien (desde ese punto de vista, me refiero)
Por eso le va bien a Trump?