Los cuatro consejos que te hubiera dado Paul Nitze si le preguntas por el éxito profesional
El halcón norteamericano de la Guerra Fría pensaba que había que buscar algo que te gustase, echarle todas las horas posibles para dominar la tarea, defender tu visión... y tratar bien a los demás.
El periodista Iker Seisdedos firma una entrevista en El País con el consejero delegado de la revista The Atlantic, Nicholas Thompson, que contiene reflexiones muy interesantes sobre la industria de los medios, ideas que se pueden aplicar a tantas empresas periodísticas que siguen buscando nuevas fuentes de ingresos y un modelo de negocio que les permita respirar entre tanto agobio digital.
Os la recomiendo si os interesan estos temas, pero, hoy, me quiero detener en una respuesta que ofrece Thompson a una pregunta, de otro tenor, que le hace el periodista.
En un momento dado, Iker Seisdedos pregunta a Thompson sobre su abuelo, Paul Nitze, considerado uno de los padres de la política antisoviética de los Estados Unidos en los años de la guerra fría. Y el editor responde con una definición que, con sus matices, describe a un buen hombre que entiende desde la intuición, pero también desde el sentido común y el pragmatismo, en qué consiste ser un buen profesional:
“Fue un gran modelo, cuya mejor enseñanza era: escoge algo en lo que creas, haz lo posible por dominar el tema, trabaja duro para aportar tu visión y sé buena persona con todo el mundo, aunque discutas con ferocidad”.
No sé qué pensáis vosotros, pero yo no le quito una coma a esta definición, que contiene las cuatro características que debe tener un buen profesional:
Piensa en algo que te guste o en lo que creas.
Échale las horas que sean necesarias para que la gente considere que dominas lo que haces.
Defiende tu visión demostrando que eres alguien en quien se pueda confiar, alguien que destila integridad y credibilidad
Y 4. Trata bien a los demás, sé amable y procura no atropellar ni despreciar a nadie.
Nos puede parecer obvio, pero no lo es.
Hoy en día, no le damos el valor que tienen a virtudes como la constancia y la perseverancia. Tampoco se lo otorgamos a la amabilidad, que nos parece una habilidad demasiado blanda.
Y, por el contrario. nos siguen fascinando los liderazgos autoritarios y castrenses, de testosterona hirviente, y nos dejamos llevar por las enseñanzas de los gurús de medio pelo que te dicen que para tener una buena marca profesional hay que seguir a fantoches que te venden unas cuantas raciones de estoicismo de todo a cien y seguir unas cuantas frases cursilonas de las que te salen en los sobrecitos de azúcar que le echamos al café.
Y no, esto de la marca profesional va más de tener sentido común que de cualquier otra cuestión. Y va de aportar valor, de trabajar para que los demás reconozcan ese valor y de tratar a esos demás con la buena educación y el respeto con el que quieres que te traten a ti.
Más o menos lo que decía el abuelo de Nicholas Thomson, ese Paul Nitze que, por lo que cuenta su nieto, sabía de marca profesional más que muchos de los iluminados que nos pueden venir a todos a la mente.