Si ya sabes que el móvil roba tu atención, ¿a qué esperas para racionalizar su uso?
Vivimos en una paradoja: sabemos que el uso desmedido de nuestras pantallas de móvil dañan nuestra capacidad de concentración, pero no logramos desengancharnos de ellas.
En estos momentos, no creo que sea discutible que el mayor enemigo de nuestra atención no es un trabajo ruidoso o las decenas de obligaciones que tenemos en el día a día, sino un aparato de no más de seis o siete pulgadas que llevamos con nosotros las 24 horas del día: el teléfono móvil.
Este dispositivo es una extensión más de nuestro cuerpo. Y su oferta infinita de aplicaciones tecnológicas propicia el mayor ambiente de distracción y de interrupciones crónicas de la historia de la humanidad.
En seis o siete pulgadas que caben en la palma de una de nuestras manos tenemos acceso a aplicaciones gratuitas que roban nuestra atención y destrozan nuestra concentración hasta límites insoportables.
Pues bien, lo que quiero señalarte aquí es que tu capacidad para concentrarte puede determinar el éxito, o no, de tu carrera profesional.
Y no exagero un ápice.
Hoy, la capacidad de concentración es un factor que te coloca en el grupo de los que tienen más posibilidades de lograr mejores oportunidades.
Te distingue de una gran mayoría con problemas de atención y te sitúa como un profesional más apetecible para las empresas y para las instituciones.
Si eres capaz de concentrarte, tienes más posibilidades de alcanzar el éxito al que aspiras. No te garantiza nada al cien por cien, pero te concede más oportunidades.
Para lograrlo, no hay que protagonizar una gran hazaña sino actuar en consecuencia y adoptar medidas tan sencillas como la de obligarte a apagar el móvil de vez en cuando, alejarlo de ti algunas horas del día, desconectar internet si trabajas en tu ordenador personal o desarrollar actividades que te conecten contigo mismo, actividades tan simples como echar una caminata diaria sin los auriculares puestos, echarle un vistazo cada día a un periódico de papel que no te interrumpa con anuncios que te saltan en la pantalla o leer a diario y en silencio unas cuantas páginas de un libro.
Fíjate que te estoy proponiendo soluciones sencillas y que siempre has tenido a tu alcance.
Y lo único que te digo al respecto es que hagas un cálculo de cuánto tiempo le dedicas cada día a ver el móvil y navegar sin rumbo alguno por internet y que tomes dos decisiones:
1. Aleja el teléfono de ti cuando quieras hacer un trabajo profundo.
Y 2. Dedícale algún tiempo de tu día a día a alguna actividad de ocio o desconexión que no te exija tener a dos palmos de tus ojos una pantalla con destellos lumínicos.
¿Puedes? Espero que sí, porque te estás jugando mucho en este desafío.
Es muy importante hacerlo. Por trabajo tengo épocas en que me es muy difícil dejarlo y lo noto en otros ámbitos como, por ejemplo, la lectura. Me cuesta concentrarme para leer libros físicos, no logro meterme en la trama. Una cosa fundamental para soltar el celu ha sido el deporte. Ir a correr o jugar fútbol con amigos, creo que es una muy buena opción para reconectar con el mundo real y bajar un cambio del frenesí de las apps y notificaciones