Tres razones por las que escribir con claridad es tan importante para tu futuro
Escribir y expresarse con claridad es un valor añadido en una sociedad del conocimiento atrapada en lo viral, cada vez más ruidosa y en la que muchos confían más en los algoritmos que en las personas.
Escribir claro no sólo es una señal de respeto hacia quienes nos leen, sino que también es un síntoma de que vivimos en una sociedad democrática que nos trata como a ciudadanos y no como a súbditos.
El valor de escribir claro reside, en tal sentido, en su capacidad para hacer que nuestras sociedades sean más justas y más democráticas. Si escribes y hablas con claridad a tus conciudadanos, la comunicación entre ellos mejora. Y ése ha sido y sigue siendo su gran valor.
Pero, hoy, en la nueva sociedad del conocimiento y de la transmisión viral de mensajes cortos y compulsivos, ya no es el único gran valor que posee.
Hoy, hay otras dos razones por las que te conviene aplicarte para escribir y hablar con claridad. Dos razones igual de poderosas que pueden cambiar tu vida profesional y, por tanto, tu propia trayectoria personal.
Me estoy refiero aquí al poder de la claridad como antídoto frente al ruido y como sinónimo de un orden mental que nos permitirá quedarnos en nuestra manera de relacionarnos con los demás con lo que de verdad importa y desechar todo aquello que carece de valor y que sólo nos entorpece y nos distrae.
Y en segundo lugar, como una habilidad y fortaleza que nos permitirá adaptarnos a una disrupción como la de la inteligencia artificial, a la que algunos expertos comparan no ya con la llegada de internet, sino con la irrupción del fuego.
La claridad nos ayuda a ser más complejos, en el sentido de más enriquecidos y más profundos, nos permite potenciar nuestra condición de ciudadanos en detrimento de nuestro papel de meros consumidores y nos aporta una ventaja competitiva sobre quienes no la practican de la que quizás aún no eres del todo consciente.
Una escritura clara dice más de quien firma el texto de lo que te puedas imaginar. Y una conversación que sepa conectar ideas, historias y emociones usando las palabras justas y en el orden correcto, más aún.
Ambas son cartas de presentación que te definen como una persona en quien merece la pena confiar en una época en la que hay gente que se empieza a fiar más de los algoritmos que de las personas.
En este nuevo mundo, si eres capaz de digerir la información, decidir qué ideas son importantes y cuáles no, resumirlas y transmitirlas en un lenguaje rico pero accesible para las grandes mayorías, te ganarás la confianza de tu entorno y pasarás a formar parte de ese club nada definido pero siempre visible de gente con la que casi todos quieren trabajar o estar con ellos.
Tu claridad será parte de tu valor añadido y te distinguirá de quienes no la practican.
Un consejo, por tanto. Invierte tu tiempo en ganar en claridad expositiva tanto cuando escribas como cuando hables en público. Y no te dejes engañar ni caigas en la solución cómoda de expresarte como hacen todos los demás.
Como te decía tu madre de pequeño, si tus amigos se quieren tirar por un puente, allá ellos, tú no tienes porqué hacerlo. Ese puente, en la vida adulta, es la presión social de hacer las cosas como los demás aunque tú sepas que no son las correctas.
Y en este asunto, ese puente está bien definido: reside en la confusión de pensar que hablar con propiedad consiste en usar un lenguaje sólo comprensible para quienes pertenecen a tu tribu y no en hacerlo con otro que sea capaz de combinar la claridad con la rigurosidad a la misma vez que se esfuerza por adoptar un tono y un estilo narrativo que haga más atractivo tu texto o tu conversación.
Escribir claro siempre ha sido una buena inversión, pero hoy es imprescindible. Y cuánto antes empieces a hacerlo, antes notarás sus beneficios. Hazlo por ti y hazlo por los que te rodean.
De acuerdo. Escribir al grano y claro es el futuro 😸.
Buen artículo, por cierto, Jaime