Deja de darte un atracón de contenidos basura en las redes sociales
La mayoría de nosotros castiga a su cerebro con enormes porciones de grasa digital. Necesitamos un tiempo muerto para no convertirnos en unos zombis digitales en busca de nuestra ración de dopaminas.
En 1854, Henry David Thoreau definió en su libro ‘Walden’ como podredumbre mental al estado de deterioro mental de una persona por el consumo excesivo de contenidos frívolos y simplones.
Siglo y medio después, la Universidad de Oxford ha calificado el término (brain rot) como el concepto del año. ¿Por qué? Porque, por desgracia, se ha puesto de moda darle al cerebro una panzada de contenidos de baja calidad provenientes de redes como Tik Tok, Instagram, Youtube o Whatsapp.
Los contenidos basura enganchan. Y el problema deviene cuando pasan de ser un consumo ocasional a llenar todos tus tiempos de ocio, de descanso y hasta de trabajo.
La mayoría de nosotros castiga a su cerebro con enormes porciones de grasa digital, con las consecuencias que nos podemos esperar: no es ya sólo que no seamos capaces de concentrarnos para leer un libro, sino que no somos capaces de pensar más allá de los bucles de memes y videos que picoteamos sin fin. Nos hemos convertido en unos zombis digitales en busca de nuestra ración diaria de dopaminas.
Nicholas Carr sostiene en un libro al que aludo con frecuencia, ‘Superficiales. Qué ha hecho internet con nuestras mentes’, que nuestro cerebro se moldea en función de los estímulos que recibe. Si se sostiene que somos lo que comemos, podemos colegir que somos los alimentos que llegan a nuestro cuerpo… y los que recibimos en el cerebro.
Y habrá que concluir también que si entrenamos a nuestra mente a responder a estímulos cortos y constantes, luego no podremos pretender que ese mismo cerebro se detenga a abordar situaciones más complejas que requieren de una energía y una capacidad de atención y de concentración que no se ha trabajado.
Será difícil que un chico o a una chica atiborrada de vídeos de Tik Tok diga que lo abandona todo para dedicarle tres o cuatro semanas a leer una novela de seiscientas páginas. Si lo hacen, es porque haya de por medio una orden de un juez. Si no, es imposible.
Visto cómo estamos, quizás que debamos ir todos un rato a un ‘rincón de pensar’ parecido al que se manda a los niños para que reflexionen sobre la travesura o la trastada que han cometido. Nos vendría bien un tiempo muerto para nosotros mismos, dedicarnos un tiempo, por corto que sea, para estudiar nuestro consumo de pantallas y para planificar una dieta cognitiva que nos permita salir del marasmo digital en el que nos hemos metido. Y cuando hayamos reflexionado, luego vendrá el tiempo de actuar…antes de que nos hayamos atontado por completo.
Si te interesa esto de la dieta cognitiva, aquí tienes artículos que te pueden gustar 📚