Muevete rápido y rompe cosas...como por ejemplo la democracia
Las plataformas no soportan el control de los poderes públicos y están actuando para hacerse con su control. ¿O no es lo que está haciendo, por ejemplo, Elon Musk?
Mark Zuckerberg acuñó una frase al poco de comenzar su aventura de Facebook que se ha convertido en una seña de identidad de las tecnológicas: muévete rápido y rompe cosas. Con ella, pretendía resumir una filosofía que defendiese el modo de actuación de estos depredadores brillantes que entendían la innovación como un juego en el que se lograban tales beneficios que había que asumir que, a cambio, a veces se rompieran cosas más o menos valiosas cosas por el camino. Era mejor equivocarse y pedir después perdón si se había cometido un desaguisado que no equivocarse porque no se hacía nada.
El problema es que se llevó esta filosofía hasta extremos tales que se aceptó como normal que se rompiesen ‘cosas’ tan valiosas como la privacidad, la atención o los principios de la propia democracia liberal. reventados por tantos autoritarismos que se han aprovechado de estas tecnologías para hacerse con el poder y restringir los derechos de sus ciudadanos.
Hoy, con la irrupción de la IA, este problema está lejos de corregirse. Como cuentan Daron Acemoglu y Simon Johnson en su libro ‘Poder y progreso. Nuestra lucha milenaria por la tecnología y la prosperidad’ (en España, Ediciones Deusto), “otro de los aspectos del espejismo de la IA, el encumbrar la disrupción como virtud, condensado en el lema «muévete rápido y rompe cosas», es que ha acelerado la disrupción s<y ésta se ha convertido en sinónimo de cualquier efecto antidemocrático. La palabra incluye a los demás, lo que incluye a los trabajadores, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación tradicionales y la democracia. Todo está permitido –y, de hecho, eso es lo que se intenta–, siempre y cuando sea consecuencia de la llegada de una nueva tecnología apasionante y congruente con un incremento de los beneficios y de la cuota de mercado”.
No estoy hablando en abstracto. Las plataformas nos han mejorado la vida. Y ahora la IA promete avances que quizás no somos ni capaces de entender. Pero, en el camino, están ‘rompiendo cosas’ que son injustificables. Podría hablaros de las epidemias de desatención que son fruto de nuestra adicción a las pantallas o de las violaciones masivas de nuestra privacidad, pero hoy quiero detenerme en el daño que le están haciendo algunos de estos popes con espíritu libertario a nuestros sistemas democráticos.
Observo que se ha dado una vuelta de tuerca en el control de las opiniones públicas´. Hasta ahora, a las plataformas se las podía acusar de ser permisivas con las noticias falsas y con los discursos violentos y de odio. Hoy, además, vemos que estos popes han visto rendijas para influir en los gobiernos y hasta para hacerse con su control. No quieren cortapisas y saben cómo lograr su objetivo.
Lo que digo no es una distopía.
Elon Musk, cada vez más en su papel de Lex Luthor posmoderno, ha hecho suyo el lema de Zuckerberg y ha puesto X al servicio de los intereses políticos que más le convienen, que son los de Donald Trump y algunos dirigentes de extrema derecha en Alemania o en Italia. Pero ya no se conforma sólo con eso.
Y muchos de los prebostes de estas naciones pantalla están pasando ya por la residencia en Florida de Trump para ponerse a su servicio. Se están moviendo rápido y están rompiendo cosas que le molestan y que están en la esencia de cualquier democracia liberal.
Vamos camino de un gobierno liderado por los señores feudales de internet. Y nada parece que pueda pararles.
Pero Musk se está haciendo enemigos Maga.