Si quieres escribir bien, aprende primero a ordenar tus ideas
La escritura es una cuestión de orden. Y el orden es estructura, una estructura que te permite alcanzar cotas de eficacia imposibles de alcanzar desde la improvisación.
No hagas caso de los sublimes que te dicen que escriben desde la inspiración, dejando que sus luminarias mentes decidan por ellos. Quizás eso de dejarse llevar como si te hubieras incrustado a Cervantes en el cerebro te pueda salir bien una vez de cada cien mil, pero el mejor camino para escribir bien es saber poner un poco de orden.
Primero, en tu mente. Y, luego, en el cuaderno, en el folio en blanco que tienes en la mesa o en la pantalla de tu ordenador.
Si no te lo han dicho, te lo aviso por aquí: La escritura es, antes que nada, una cuestión de orden. El escritor francés Jean-Baptiste Andrea lo cuenta muy bien cuando sostiene que “en Francia existe el mito de la inspiración, esa idea de escribir sin tener una estructura clara. Yo creo que, cuando escribes así, el libro se desmorona en la página 50. Como guionista, soy consciente de la importancia de la estructura. Se ve como algo vulgar, pero es lo que permite que la literatura emerja”.
La literatura… y todo lo que no es literatura.
Hay tres condiciones indispensables para escribir bien:
Ser claro y ser conciso. Se trata de que te entiendan y de que demuestres que sabes manejarte con las palabras precisas y con ni una más. Limpia, por tanto, tus textos.
Buscar un buen ritmo. La escritura tiene un punto musical. Es cierto que éste es un talento que se tiene o no se tiene. Pero también se puede entrenar. Piensa en frases cortas, en mezclarlas con oraciones algo más largas, en imágenes, en giros verbales, en sorprender…
Y crear imágenes…y emociones. Llama la atención en el inicio y en el final de tu intervención y recuerda que tu audiencia responde mejor a las historias que a las cifras salvo que le estés regalando un puñado grande de euros.
Bueno, pues también hay una cuarta, que es anterior y sin la cual el edificio se te viene abajo: debes obsesionarte con tener un mapa mental de lo que quieres escribir.
La estructura aporta claridad en toda la secuencia de la creación, desde que se te ocurren unas cuantas ideas hasta que las plasmas en un papel. Y su forja no requiere de grandes recursos.
No tienes que cartografiar la Antártida. Basta con un bolígrafo, con un cuaderno, con unos cuantos folios de papel o con un ordenador que tenga un teclado mínimamente decente. Úsalos. Piensa en qué quieres contar, escríbelo. Empieza a enumerar las ideas, las imágenes y las historias que quieras contar, dales orden…y tírate de una vez a la puñetera piscina de la escritura.
Sólo con eso, tu escritura mejora, que esto no va de ser un Baudelaire de la vida sino de escribir de modo correcto para luego escribir mejor.
Ah, y por cierto, y esto lo digo desde mi fama bien ganada de ser un improvisador….que siempre se estudia lo que va a decir de formar ‘improvisada’:
Recordad lo que dijo una vez Winston Churchill cuando le preguntaron que cómo era capaz de improvisar tan bien sus discursos radiofónicos con los que arengaba a los británicos en las noches de los bombardeos nazis sobre Londres y el entonces primer ministro británico se detuvo, miró a su interlocutor y le contestó que él “improvisaba cada noche lo que se había estudiado esa misma mañana”.
Pues eso, que hasta para improvisar, primero hay que estudiar y estructurar en tu mente con un cierto orden qué quieres escribir.
Y eso no nace de unas musas y de unas musarañas que no son más que una leyenda urbana, sino del entrenamiento y del adiestramiento en esta habilidad de saber ordenar tus ideas…de una en una.
Buena técnica la de Churchil. Preparar bien e improvisar? Lo mejor de ambos mundos?