Si tienes que hablar en público, despeja tu mente... y tu agenda
A veces no reparamos en que para tener una buena intervención, hay que 'invertir' en energía y frescura. ¿Cómo? Durmiendo más y despejando la agenda previa a tu charla, reunión o debate
No sé si conocéis todo lo que se cuenta del debate de Nixon y Kennedy de las presidenciales de 1960, un clásico ya histórico de la comunicación moderna. Lo que ha quedado en la mente de todos es que John Fitzgerald Kennedy, más joven y jovial, supo entender qué era un debate en TV y la necesidad de dar una imagen de frescura y de energía. Y que Richard Nixon cayó ante el poder de seducción y el carisma de Kennedy y poco después perdió las presidenciales. Pero lo que no se cuenta tanto es que, además de todo eso, lo que ocurrió es que Kennedy se presentó al debate bastante más descansado que Nixon y que eso fue seguramente determinante en el resultado final del debate…y de las elecciones.
El demócrata vació su agenda previa y pasó la mañana del debate en la piscina de un hotel, tomando el sol y escuchando discos de la cantante Peggy Lee, mientras que el republicano dedicó las vísperas a intentar arañar unos cuantos votos en una reunión con el sindicato de carpinteros de Chicago y, más tarde, en otras actividades que le dejaron agotado y estresado justo cuando tenía que enfilar camino del foro donde se celebró la confrontación.
Si quieres saber más sobre lo que pasó, te recomiendo la lectura de este artículo de National Geographic: “Errores y aciertos del primer debate presidencial televisado de la historia”. Yo cuento por aquí la anécdota porque se la he escuchado estos días a Albert Rivera en una entrevista emitida en el podcast de Álex Fidalgo ‘Lo que tú digas’ y porque me sirve para introducir un asunto del que siempre hablo cuando doy una formación sobre cómo hablar en público o sobre cómo preparar un debate: el beneficio de descansar antes de una intervención y de despejar la mente…y la agenda.
En muchas ocasiones, una intervención en público no falla porque no se sepa de lo que se está hablando o porque el interlocutor esté sufriendo un episodio de miedo escénico, sino porque el interviniente no ha descansado lo suficiente, no anda fresco y eso le hace cometer más errores que si anduviese pleno de energías. Ante eso, siempre pregunto lo mismo: ¿te parece importante la charla, conferencia o debate que tienes que abordar? ¿te juegas algo importante para ti y para tu empresa? ¿puede ayudar o perjudicar a la imagen que tienes ante los demás?
Pues bien, si la respuesta es afirmativa, en ese caso también pregunto porqué no son capaces de vaciar su agenda previa y de descansar. De hecho, les hago las siguientes advertencias: si tienes que hablar en público, haz estas dos cosas: procura dormir las horas suficientes la noche anterior y prescinde de las reuniones que tuvieras previstas antes de tu charla o debate.
¿Que no puedes hacer ni lo uno ni lo otro? Es comprensible. A veces se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Pero, si éste es tu caso, debes plantearte también si de verdad estás priorizando tu intervención y le das la importancia que se merece. Y piensa en esto: si Kennedy se fue a una piscina antes de un debate y el resultado fue el que fue, ¿por qué tú no vas a poder descansar más y despejar tu agenda antes de hablar en público?
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