Adictos a la comodidad digital
Podemos denunciar el modelo de negocio de las redes sociales o las violaciones de nuestra privacidad, pero luego no somos capaces de desengancharnos de nuestra adicción a estas plataformas
Leía en el suplemento Papel del periódico El Mundo una entrevista de Ricardo F. Colmenero a Anu Bradford, catedrática de Derecho y Organizaciones Internacionales en la Facultad de Derecho de Columbia y autora del libro ‘Imperios digitales’ (Shackleton Books). En la entrevista se desgrana este último ensayo, un texto en el que se pone en cuestión el papel de las tecnológicas en el deterioro de las democracias y en el que se hace hincapié en que algo muy serio falla en una sociedad cuando su periodismo depende de los algoritmos que manejan las compañías del oligopolio digital.
De todo su planteamiento, quiero detenerme en un detalle que no es menor. La responsabilidad que tenemos los ciudadanos cuando preferimos seguir consumiendo estos productos pese a que advertimos los efectos tan nocivos que causan. ¿Por qué lo hacemos? ¿Acaso es que somos adictos a las redes?
Lo que responde Bradford es que somos adictos a la comodidad en nuestro papel de consumidores: “Somos adictos a la comodidad. Queremos hacer clic y obtener lo que queremos rápido. Queremos acceso a sus redes sociales incluso si no aprobamos la forma en la que llevan a cabo su negocio. Decimos que nos importa la privacidad, pero, en última instancia, somos muy conscientes de los datos que compartimos sobre nosotros mismos. Por eso necesitamos que el gobierno fomente la alfabetización mediática”.
No le quito una coma al planteamiento de la profesora Bradford. Como seres humanos, podemos ser contradictorios. Y este es un buen ejemplo. Nos queremos quedar con lo mejor que nos ofrecen estas redes, pero miramos a otro lado cuando nos cuentan la parte más tenebrosa de estos imperios digitales.
Pero tampoco seamos maximalistas. Esto no va de abominar de las redes o de reclamar la abolición de los buscadores o la persecución in misericorde de los algoritmos. Se trata de entender que, asumiendo y aplaudiendo todo lo bueno que nos han proporcionado, sus avances e innovaciones no les permiten ganar una patente de corso con la que hacer lo que les dé la gana, pasando por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, destrozando nuestros sistemas democráticos por su papel irresponsable en la lucha contra la desinformación, violentando la privacidad de sus usuarios o convirtiendo en adictos a las pantallas a millones de jóvenes y no tan jóvenes.
Estos imperios no pueden estar fuera de la ley por mucho que nos hayan hecho unos adictos a la comodidad y no queramos renunciar a las prestaciones con las que nos obsequian…a cambio de nuestros datos más personales e íntimos.
¿Por qué la gente come o bebe cosas que sabe que no son buenas para su salud? Creo que aplica la misma lógica. No sé cómo solucionarlo, pero es algo en que cada uno debe poner su grano de arena. No debería ser necesario que hubiera fotos horribles en las cajetillas de tabaco para evitar que la gente fume, la gente debería dejar de fumar por que no es bueno para su salud.
Creo que soy adicto digital, lo reconozco…