Di no a los algoritmos...si es que puedes
Poco podemos hacer para escapar de los algoritmos, pero convendría ir cambiando algunas de nuestras costumbres cotidianas para que nuestra dependencia de las pantallas marque toda nuestra vida
He titulado este artículo con una boutade. Yo puedo decir que no quiero que mi vida la marquen los algoritmos, pero si quiero lograrlo, necesito irme a una isla desierta y sin cobertura. Y, aún así, quizás el GPS detectase mi rastro y cuando llegase el barco a rescatarme, empezaría a recibir en mi teléfono renacido anuncios sobre cómo pasar el rato en una isla desierta y ofertas para la desconexión digital en algún otro paraje perdido…excepto para los satélites.
Poco podemos hacer para escapar de los algoritmos. Pero nos convendría empezar por hacer ese poco, que en la práctica consiste en convertir en hábitos algunas rutinas que nos aportan lo que jamás nos ofrecen estos dispositivos tan obsesionados por hacerse con nuestra atención: calma, una pausa en medio del ruido constante y una actitud más crítica.
Estas prácticas del día a día no son revolucionarias. Se trata de hábitos sencillos, muchos de ellos desterrados de nuestra vida desde el mismo momento que decidimos venderle nuestra alma a las tecnológicas.
Te doy algunas ideas: cómprate un despertador y carga el teléfono por las noches lejos de tu dormitorio; come con el móvil en la encimera de la cocina y no en la mesa del comedor; mira una película disciplinándotelo para no ver ni una sola vez el WhatsApp, anda durante una hora sin escuchar nada más que lo que te llegue del ambiente que te rodea o, por ejemplo, ‘oblígate’ a hacer algo tan contra algorítmico como leer libros o un buen periódico de papel.
Hazme caso: lo vas a necesitar cada vez más. La IA nos trae mejoras cuya dimensión e impacto no somos aún capaces de procesar. Pero también nos ‘promete’ más y más enganche a unas plataformas que actúan de fentanilo para nuestras mentes, adormeciéndonos hasta convertirnos en consumidores acríticos dispuestos a consumir todo lo que se nos ofrece.
Hoy, lo valiente no es entregarse a estas nuevas ‘herramientas’ con el espíritu inocente de quien abraza un mundo nuevo que nos ofrece información y entretenimiento perpetuo, sino saber habilitar en nuestro día a día espacios y tiempos libres de redes y de pantallas para así evitar convertirnos en yonkis digitales a la búsqueda de su ración de dopamina. Si no quieres que los algoritmos decidan por ti, ya puedes empezar a meter estas rutinas en tu vida.
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