El daño a la democracia del scroll infinito
El historiador Jason Steinhauer advierte sobre la conexión de los nuevos líderes populistas con una sociedad informativa que premia el vértigo y el impacto emocional antes que por la deliberación.
Pablo Rodríguez Suances firmaba hace unos días en el diario El Mundo una entrevista con el historiador y experto en desinformación Jason Steinhauer en la que reflexionaba, entre otras cuestiones, en la relación entre el poder y el oligopolio tecnológico de Sillicon Valley.
El titular ya resume bien qué piensa sobre lo que está pasando el también profesor del Center for Strategic and International Studies de Washington: “El scroll infinito es el mayor invento de nuestro tiempo: somos adictos y Trump nos da esa dosis”.
Steinhauer se revela como un defensor de las instituciones, de las alianzas internacionales y del espíritu de cooperación que cimentó el mundo que conocimos después de las dos guerras mundiales del siglo XX para, luego, mostrarse bastante pesimista en torno al futuro de ese mundo con el regreso de Trump a la Casa Blanca, que, para el profesor, supone el clavo en el ataud de la visión de las democracias liberales clásicas, ahora en manos de tipos tan populistas e imprevisibles como el millonario neoyorkino.
La entrevista está bajo suscripción, pero, por su interés, me permito trasladaros algunas frases entrecomilladas en las que se refiere a cómo impactan las redes en el poder.
1️⃣ “Una de las principales razones por las que todos somos adictos a los teléfonos es porque hay un flujo constante, podemos permanecer conectados durante 24 horas al día, siete días a la semana y nunca llegar al final del scroll. Eso es muy diferente de un libro, una revista o un periódico, que por cierto tampoco te espía ni te vigila. Obviamente eso tiene enormes consecuencias para el tiempo y la atención de las personas. Tiene enormes consecuencias para sus capacidades cognitivas y tiene enormes implicaciones para la política”.
2️⃣ “Una de las cosas que Trump ha hecho brillantemente en su ascenso al poder es crear constantemente contenido para ese scroll infinito. Tenemos un apetito insaciable, somos adictos, navegando hacia la fatalidad. Él nos da lo que estamos buscando. Nos da esa dosis de dopamina con una declaración cada vez más salvaje o una orden ejecutiva o un mitin o un discurso o un meme o bailando YMCA. Él y su equipo se han vuelto muy sofisticados. Es el mejor ejemplo de que la tecnología que utilizamos combinada con el entorno político en el que operamos crea resultados muy poderosos que dictan el curso de la política y la dirección de una nación entera”.
3️⃣ “Cuanto más usamos las tecnologías, más nos dicen las tecnologías cómo comportarnos. Y luego, cuanto más aprendemos esos comportamientos, mayor es nuestra influencia en cómo evoluciona la tecnología. Ya desde 2016, Trump era muy bueno en entender cómo triangular las redes sociales con la televisión en vivo, con comunicados de prensa y anuncios polémicos para que todo esto llegara a la gente a la vez. Hablaba en un mitin y luego su equipo publicaba extractos en las redes sociales y arrancaba un ciclo de retroalimentación. Y a medida que aprendes qué tipos de contenido se vuelven más visibles, te comportarás más de esa manera. La precisión, la veracidad realmente no importan porque no son un factor a considerar cuando se trata de cómo funcionan muchos de estos algoritmos. Se premian choques de atención, conmoción, sorpresa y otras emociones hiperbólicas”.
Y 4️⃣”La democracia es algo extremadamente complejo, que implica procesos deliberativos largos, debates entre personas que pueden estar en desacuerdo. Votaciones, lobby, argumentación a favor y en contra. Y en una era en la que la capacidad de atención disminuye y en la que se escuchan fragmentos de audio y vídeos de tres segundos en las redes sociales, los procesos deliberativos largos están en desventaja. Creo que es un gran desafío y nadie ha resuelto realmente esa cuestión. También creo que las democracias tienen que mirarse al espejo y darse cuenta de que en muchos casos no han cumplido las promesas que le hemos hecho a la gente, así que no es raro que esta exija algo diferente. Existen contradicciones inherentes y la gente se ha sentido frustrada”.
Si lo tuviera que resumir, diría que ya no estamos en la discusión entre un eje de izquierdas y uno de derechas, sino entre dos modelos de sociedad: el de las democracias liberales y el de las iliberales, regímenes que bajo una apariencia democrática se deslizan a una suerte de autoritarismo enmascarado. Y en esta discusión, las tecnológicas ya han tomado partido. Y sabéis muy bien por quiénes.
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Muévete rápido y rompe cosas…como, por ejemplo, la democracia